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España España · Sevilla
Voto de Fetidof:
9
Comedia. Drama Original y extravagante revisión del mito de Don Juan. Después de ser abandonado por su última conquista (Delpy), Don Johnston (Bill Murray) recibe una carta anónima en la que se le informa de que tiene un hijo. Tan inesperada noticia lo impulsa a emprender un viaje en busca de sus antiguas amantes para resolver el misterio. (FILMAFFINITY)
17 de diciembre de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El protagonista es un donjuán al final de su carrera. Abandonado por la última conquista y aburrido ya de sí mismo, se entera, mediante carta anónima, de que tiene ¡un hijo! Empieza así una búsqueda de la huella genética que, intuimos, no puede acabar bien.

Cuando el protagonista es convencido por un amigo para hacer lo que ningún héroe debe hacer, a saber, volver sobre los propios pasos, que uno, para sí al menos, consideraba gloriosos, empezamos a comprender que la suerte está echada, que el declive va a empezar a tomar forma, que incluso se masca la tragedia.

Nadie quiere desandar el camino de su vida, sin los adornos tramposos de la memoria, hasta el punto de que alguien, un buen amigo por ejemplo, te tiene que diseñar el itinerario, inventarse (y venderte) el entusiasmo, proporcionarte una banda sonora en forma de CD grabado exprofeso y darte los ánimos necesarios para, entonces y solo entonces, reunir ese valor necesario para emprender ese tortuoso camino de vuelta que te lleve a darte de bruces con esa verdad, que siempre supiste esquivar a tiempo.

En resumen, la tarea del héroe es visitar a cinco ex, una de ellas en el cementerio, para descubrir cuál es la autora del venenoso anónimo que tsunamiza su aburrida pero plácida existencia. Cada encuentro se convierte en una especie de partida de póquer en la que cada una de ellas esconde la carta que a él le hace falta, aunque no sabe exactamente por qué.

Entre las visitas a la segunda y la tercera ex, en una carretera cuesta abajo y sonando la música de su amigo cada vez más sonámbula, todo parece una metáfora en toda regla de su descenso a los infiernos.

Tanto para hacer reír como para hacer llorar, Bill Murray apenas se mueve de su registro habitual. Da igual, siempre resulta eficaz. Es ese tipo que ya conocemos: rostro taciturno, lengua escueta y verbo socarrón. Brillante, lo mismo que Jim Jarmusch en el guión y en la dirección.
Fetidof
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