Del gran periplo de Cabeza de Vaca hay poquito: algunas frases más que dignas (extraídas literalmente de "Naufragio"), actuadas fenomenalmente por un Juan Diego que deja la piel, y la parte de la historia en la que a Alvar le tambalea la fe y se vuelve un chamán con todas las letras. De eso va este fragmento cinematográfico de la espectacular anécdota que, seguramente, nos lleva a interesarnos por esta película.

A saber: esta no es una película convencional, de héroes, villanos, objetivos claros y giros de guión. Más bien esto es cinearte de los 70s, en el que más que contar una historia, se expresan ideas y sensaciones. Te sumerge en una atmósfera malsana y delirante que exaspera, sorprende, e invita a imagnar la locura que fue el choque de los dos mundos.