Una grata sorpresa que no lo es tanto si tenemos en cuenta su destacado paso por festivales como Rotterdam, Sundance, Huelva (mejor película, mejor actriz, mejor director), Lleida, etc.

"La nana", segunda película de Sebastián Silva, es una fábula que ejemplifica las virtudes de un cine moderno sin ataduras ni moldes preconcebidos, espontaneo en muchos aspectos, capaz de sugerir mucho más de lo que muestra y de mucha mayor complejidad de lo que aparenta.
"La nana" es, fundamentalmente, el retrato de Raquel, una mujer cuarentona que ha dedicado toda su vida al servicio de una familia de clase acomodada y cuyas frustraciones, obsesiones, posicionamientos en el contexto familiar y laboral van evolucionando a lo largo de un relato donde los acontecimientos cotidianos se convierten en el hilo argumental.
De esta manera las relaciones que Raquel establece con los demás personajes -con sus patrones, los hijos de éstos que ha criado, con las otras empleadas, con los objetos domésticos- aparecen dotadas de una gran ambigüedad y una enorme riqueza de matices, porque ella es a la vez sierva y ama, integrada en la familia en la que trabaja y mera observadora, vinculada afectivamente a sus miembros y distante desde su posición social.

El film, como su protagonista, es luminoso y gris a la vez, porque así es la realidad reflejada y porque ello refuerza la condición de fábula sobre la sociedad y los seres humanos. Empieza en tono de drama hasta que entra en escena la tercera "nana", una alegre mujer de provincias que logra penetrar la coraza de Raquel, y es entonces cuando la película cambia de discurso y se mueve en tono de comedia y logra transmitirnos un sentimiento de alegría de vivir.

Excelente interpretación de la para mi desconocida Catalina Saavedra, actriz profesional que ha trabajado sobre todo en teatro y televisión donde ha interpretado papeles cómicos.

El director Sebastián Silva dedica su película a dos "nanas" reales, lo cual nos da pie a pensar que en cierto modo "La nana" contiene elementos autobiográficos.