Eric Bishop, el personaje principal de "Buscando a Eric", es un cartero de Manchester con una vida personal complicada. Es un hombre inteligente que sufre unas crisis de pánico que le impiden establecer relaciones duraderas con nadie y que ante ello reacciona escondiendo la cabeza, saliendo con sus amigos, yendo al fútbol, bebiendo cerveza y no pensando en nada. Pero una noche, Eric se dirige a su ídolo, que parece observarlo con mirada maliciosa desde el póster de la pared de su habitación y se pregunta qué haría en su lugar Eric Cantona, "The King", el mejor jugador del Manchester United, y a partir de entonces su vida va a cambiar.

Después de tratar temas espinosos en "El viento que agita la cebada" y "En un mundo libre", el británico Ken Loach nos sorprende con una comedia agridulce escrita por Paul Laverty, habitual guionista de Loach y pareja de la cineasta española Icíar Bollaín, a partir de la idea original del ex futbolista Eric Cantona que quería contar en una película su relación con los hinchas. El resultado es una historia original y fresca sobre la amistad y sobre el hecho de aceptarse uno mismo. Es una película contra el individualismo: se es más fuerte en grupo que solo.

A pesar del tono amable, sentimental e intimista se puede ver en "Buscando a Eric" muchas de las constantes que han caracterizado al director británico, es decir, una realidad social deprimida, la amenaza de la desintegración familiar y la tentación hacia la violencia, la soledad crónica e incluso la brutalidad policial. Pero el tono cambia radicalmente en la última parte del film que se vuelve optimista, con una puerta abierta a la felicidad y tremendamente divertido y original con algunas secuencias memorables.

"Buscando a Eric" está lejos de los parámetros admirables del cine de los 80 del maestro inglés pero es una película de madurez muy digna que se ve con mucho agrado y de la cual uno sale con una sonrisa abierta después de haber reflexionado sobre la importancia que tiene en esta vida tener buenos amigos.