La pretensión de la película nunca opta por aleccionar a nadie sobre los riesgos de haber pertenecido a una generación como la milenial. Pasa por ahí, afirma que nació bajo el mantra 'eres especial', e incluso algunos personajes parecen que van a revitalizar la idea de que es una generación líquida, que fluye entre el devenir de oportunidades que escasamente se le ofrecen.

Sin embargo, todo ese misticismo psicológico queda diluido cuando te enfrentas a situaciones algo más convencionales, extrapolables a cualquier tipo de cine hecho en los último 30 años, con dosis de humor toscas pero funcionales, apelando a arquetipos cómicos que pese haber sido explotadísimos durante los 2000, aquí cobran algo de fuerza porque el reparto es sensacional.

De hecho, la película funciona no tanto como comedia sino como un ejercicio modular de interpretación, donde todos sus actores y actrices se encuentran enredados en la misma suerte de registro caricaturesco que necesita una cinta de estas pretensiones. Por ello, aunque el humor no es para romperse el diafragma, si que funciona como alternativa que descarga la seriedad de su premisa, construyendo un guión sencillo a base de quitar prácticamente todo lo que no esté en manos de sus interpretaciones.