Cada crítico es objetivo a su manera. Con Destino Final 5, sólo se puede hacer hincapié en la objetividad con la que se rueda este tipo de películas. No hay ningún slasher que tras de si tenga algún trasfondo, a parte del mero sentido del entretenimiento.

Este quinta entrega de una saga que partió de un ideal bastante poco común y original, que se ha desgastado con las infumables secuelas que se han realizado (concretamente, la cuarta), ha conseguido superar las expectativas del slasher más reciente (Almas Condenadas, Scream 4), y ha conformado una lección de entretenimiento convertida en película.

Steven Quale, segundo de a bordo en películas como Avatar, ha sido el director que mejor podía compaginar los recursos técnicos de los que disponía junto con un guión coherente y absorbente. Sólo basta con ver los primeros 20 minutos para comprobar que la iluminación, la fotografía, y los efectos visuales superan la calidad que cualquiera se esperaría de esta saga que pasó a seguir la estela del grafismo gore que contienen sagas como Saw, y que lo emplean para ganar adeptos.

Las interpretaciones sobresalen con gran dramatismo en los últimos 20-25 minutos, aportando una gran dinámica entre los personajes secundarios (Tony Tood, Miles Fisher...), y generando una estupenda química entre Emma Bell y Nicholas D'Aghosto.

El problema que genera esta quinta entrega es la inevitable resolución de la saga, que por mucho que se quiera expandir, tiene firmado un digno final por parte de Steven Quale. Dirigir una sexta o incluso una séptima entrega, constituiría seguir como ejemplo las numerosas secuelas de la saga Saw. De todas maneras, si fueran dirigidas por Quale, y escritas con el dinamismo que Destino Final 5, constituirían la reinvención de la saga.

Recomendable, para los fans de la saga será toda una delicia, y para aquellos adeptos al slasher, esta película les aportará lo que tanto ha perdido el género en los últimos años.