La he visto innumerables veces. Y cada una me transmite un mensaje diferente. La novela de Anthony Burgess es llevada a la pantalla por un insuperable Kubrick. Todo en ella es encomiable, los decorados, la fotografía, la banda sonora, y, por supuesto las interpretaciones. Realmente un regalo a todos los sentidos. No puede decirse que sea una película bonita, agradable, de hecho todo en ella es sórdido, grotesco, pero ¿No es así la sociedad en la que vivimos? La doble moral, la hipocresía, el libre albedrío, todos estos temas son planteados, consiguiendo que el espectador mantenga los ojos de par en par en sus dos horas de duración, casi como McDowell en esa memorable escena de visionado de películas "ultraviolentas". Es increíble también como el genio de Kubrick logra que el espectador empatice con el antihéroe, sádico y violador de Alex, lo que pone de manifiesto el mensaje principal de la película: ni el mal ni el bien son electos, forman parte de la naturaleza intrìnseca del ser humano