"Emily en Paris" es de esas series que hay que ver con el cerebro medio desconectado. Disfrutas de su maraviĺlosa fotografía de las calles de Paris, y de su adictiva trama, o cuestionas la pobreza de su guión, y la superficialidad de unos personajes planos y banales. Valoras las críticas y mensajes que lanza contra los franceses en general, (y los parisinos en particular), o cuestionas sus clichés injustificados y reiterativos. Simpatizas y te identificas con sus protagonistas o te enemistas con su simpleza. Todo depende del enfoque. Incluso se podría decir que el guión es ridículo, y por mucho que nos caigan mal los parisinos, las críticas son sesgadas, exageradas, e, incluso infundadas. (La cantidad de palos que se ha llevado la serie en Francia son buena prueba de ello).

Serie llena de contrastes donde se aborda el mundo del marketing y la moda desde una perspectiva moderna y actual. Si esperas rigor, un buen guión, unos personajes que evolucionen, o unos diálogos interesantes, sigue esperando. Si tu intención es entretenerte, disfrutar de los paisajes de Paris, desconectar, y pasar un buen rato, sin darte cuenta habrás visto la primera temporada entera. Para los que nos decantamos por lo segundo, la serie vale la pena, aunque vaya de más a menos.