Una belleza que la pantalla no puede contener. Se vive y uno se sorprende, se conmueve y tiene sobre el espectador una magia inigualable. Vemos un estilo que, en estos tiempos puede parecer poco, melodramático, vago, pero en los tiempos de guerra, la humanidad se había perdido y el calor humano es lo que resalta en toda la duración del film. Masina es excelente en su papel. Totalmente notable, su rostro es el más conmovedor de las películas de Fellini.

Anthony Quinn, en su papel de Zampanó puede parecer que no significa un reto, pero le dio vida a un alter ego que todos llevamos dentro, ante la inocencia y el amor. La indiferencia, la oscuridad, la ternura hecha celuloide. Una maravillosa película cargada de sentimientos y el final es más que magistral. Hay que ser de hierro para no sentirse conmovido. Obra de colección.