Hulk era un personaje de cómic que ofrecía muchas posibilidades en su salto a la gran pantalla y que, tras los aciertos de Spiderman y X-Men, auguraba una buena película; el personaje creado por Stan Lee conseguía tocar temas como los malos tratos, traumas infantiles, el intervencionismo militar, el monstruo que todos llevamos dentro.... No obstante, en el guión de esta película, estos temas no quedan claros. Más aún, uno no sabe de qué demonios va la historia. Es imposible resumirla acertadamente.

Ang Lee que, obviamente, sólo conocía la serie de televisión, decidió homenajearla y abandonar las suculentas posibilidades del personaje de cómic para crear un circo de efectos especiales sin justificación alguna. Como suele ocurrir en estos casos, prefirió maquillar los múltiples huecos del argumento con un barroco montaje que intenta emular al cómic y cuyo resultado final es una confusa presentación de Power Point que hace que el espectador se desconecte de la trama.

Hay que destacar un excelente reparto encabezado por un gran Eric Bana que se mete en la piel del atormentado doctor Banner, un gran Sam Elliott que se gana al coronel Trueno Ross y unos Nick Nolte y Jennifer Connelly que hacen lo que pueden con el guión que les han dado.

En los últimos años hemos visto luces y sombras en lo que respecta a este subgénero de superhéroes, por un lado, aciertos como X-Men, Spiderman, Batman Begins y sus secuelas y, por otro lado, tristes sombras que parecen más dispuestas a sacar dinero y videojuegos que a hacer una película con respeto y cariño como vimos con Catwoman, Daredevil o las películas de Batman dirigidas por Schumacher. Hulk entra en este triste paquete con pleno derecho. Abominable.