Presenta una trama con la que fantasear jugando al gato y al ratón con el espectador. Merced a esto, se libera de toda lógica creando un argumento tramposo, pero entretenido y con ritmo. Con una gran capacidad técnica, Danny Boyle (Slumdog Millionaire) introduce al público en una historia rocambolesca que gira alrededor del mundo de la hipnosis. Es esta hipnosis lo que le permite manejar a su antojo lo que vemos, así que los giros argumentales van botando como una pelota a nuestro alrededor amenazando con perderse, pero en ese mismo dédalo que crea finalmente consigue rearmarse para dejar un final mejor elucubrado de lo que da a entender en su inicio.
Para esta ocasión, Boyle cuenta con la participación de James McAvoy (Múltiple), Rosario Dawson (Alejandro Magno) y Vincent Cassel (El Pacto de los Lobos). En general sus actuaciones son interesantes, a la altura de un thriller competente bien ejecutado y técnicamente sofisticado; con gran montaje que ya nos avisa de su calidad nada más comenzar la película.
Recomendable ejercicio para darle al coco a pesar de que por momentos se pierde por culpa de su misma osadía a la hora de jugar con el trance de todo quisqui, dando a entender que nos encontramos ante algo harto difícil de lograr en un supuesto real. Tampoco ayuda la música, a veces muy estridente, capaz de sacar del trance a todo el que logre entrar en sopor con esta movida película.