Estadísticas y probabilidades; algoritmos; logaritmos; variables... ¿Existe el azar o todo está sumado a la lógica matemática? No lo sé, pero tengo la impresión que de todo eso hay en la vida, como una especie de ecuación donde tarde o temprano despejaremos la X. Y en poco menos de dos horas lo ha recogido condensado el guionista y director danés Anders Thomas Jensen, en Jinetes de la Justicia, con dos colosales Mads Mikkelsen y Nikolaj Lie Kaas como principales protagonistas.

Quizá Anders Thomas Jensen, así a palo seco, no os inspire nada. Pero si os digo que ganó el Oscar al Mejor Cortometraje en 1998 por Noche de elecciones, tras ser nominado anteriormente por otros dos cortos como Ernst y la luz (1996) y Wolfgang (1997), la cosa seguro que cambia. Y ya si le añadimos que ha sido el responsable de los guiones de auténticas maravillas como Wilbur se quiere suicidar (2002), Hermanos (2004 y remake de 2009); Después de la boda (2006) y la oscarizada En un mundo mejor (2010), además de las notables The Salvation (2020) y Una segunda oportunidad (2015), empezaréis a mirar con ojos de admiración al nórdico.

Es fabuloso el trato que el cineasta danés hace de todo eso y las distintas personalidades de los protagonistas. Por un lado, un Mads Mikkelsen parco en palabras, que lleva el duelo como mejor puede. Tosco, duro. Un hombre de acción, que habla a través de su cuerpo y su mirada.

Por el contrario, Nikolaj Lie Kaas y su tropa de bonachones 'tarados', genios a su manera, que buscan solo la aceptación de un mundo que les fue hostil, que les dio la espalda y los machacó en su momento, generando traumáticas situaciones que Anders Thomas Jensen toca con una delicadeza bestial. Qué tacto el suyo, ya que hasta consigue sacarnos una sonrisa desde la bondad de estos personajes.

Una tónica muy propia del cine danés, donde suelen plantearse conflictos emocionales muy potentes, y causar paradójicamente ello una cierta hilaridad. En definitiva, reírse de las taras y cicatrices que va dejando la vida en uno mismo. Eso, sumado a las bestiales escenas de acción donde Mikkelsen brilla con luz propia, hacen despegar a la película, cogiendo una velocidad de crucero que no abandona hasta el final.

Cuánto talento derrochan delante de la cámara de Jensen. Con Mads Mikkelsen sobran las palabras, porque cualquier registro le viene como un guante. Ahí está Otra ronda, recientemente. Nikolaj Lie Kaas, por su parte, tras ofrecer una vis más dura en Los casos del Departamento Q, aquí se humaniza para brindar un rostro más amable, aunque igualmente curtido por el dolor.

Y es que de eso también va Jinetes de la justicia, de como lidiar con el dolor y el duelo propio ante situaciones traumáticas. Hay muchos caminos y todos son los correctos. El que uno elija y con el que mejor pueda medirse. Un acierto del cineasta nórdico, que no entra a enjuiciar a ninguno de ellos. Tampoco al supuesto villano de la trama.

Una nueva demostración de que Dinamarca tiene un cine espectacular. Una vez más me entrego a este mundo paradójico, entre la tragedia y la comedia, humano y catártico que los daneses ponen sobre el tapate. Cartas boca arriba, sin trampa ni cartón. Larga vida al cine danés.

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