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Voto de Nacho Ambigú García:
7
Drama. Romance En el Londres de la posguerra, en 1950, el famoso modisto Reynolds Woodcock (Daniel Day-Lewis) y su hermana Cyril (Lesley Manville) están a la cabeza de la moda británica, vistiendo a la realeza y a toda mujer elegante de la época. Un día, el soltero Reynolds conoce a Alma (Vicky Krieps), una dulce joven que pronto se convierte en su musa y amante. Y su vida, hasta entonces cuidadosamente controlada y planificada, se ve alterada por la ... [+]
12 de marzo de 2018
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Algunos críticos y cinéfilos sostienen que la segunda mitad de la filmografía de Pal Thomas Anderson (la formada por “Punch drunk love”, “Pozos de ambición”, “The master” y “Puro vicio”) es superior a la primera (la que componen “Sidney”, “Boogie nights” y “Magnolia”), y no puedo estar más en desacuerdo. Anderson pasó de mirar a Scorsese y Tarantino a convertirse en un miembro del club de los elegidos autoconscientes, como Kubrick o Malick. Dicen quienes celebran esta transformación que es un síntoma de madurez. Pues vale. Mejor para ellos, aunque no creo que tenga nada que ver. Es decir, más maduro no tiene por qué significar más espeso, más denso, más pretencioso. Anderson se ha vuelto constreñido, circunspecto, ceñudo. Sigue siendo un director extraordinario, hasta el punto de que sus últimas películas me parecieron más valiosas desde el punto de vista de la dirección que de la narración.

Así que poco me faltó para ir a ver “El hilo invisible” acompañado de mi abogado, por si había que alegar defensa propia… pero no. Resulta que está bien, que funciona la propuesta entre barroca y victoriana del director, que esta vez venía a cuento lo de ser sutil y a la vez pomposo, que el manierismo y la afectación y todo eso que tanto me irrita otras veces tiene sentido en el relato de este romance turbio, enfermizo y tóxico.
Eso sí, jamás la recomendaría a espectadores convencionales, mucho menos a quienes (con todo el derecho del mundo, que conste) buscan en la sala oscura una historia evasiva y compatible con la digestión del maíz inflado.

La película aborda con elegancia —y a ratos hasta delicadeza— la historia de amor y lucha entre el obsesivo y perfeccionista diseñador de moda Reynolds Woodcock y su nueva musa, Alma, quien pondrá patas arriba el universo metódico y pluscuamperfecto del costurero, hasta entonces controlado por la férrea diligencia de su hermana Cyrill, una señora que parece fruto de las entrañas perversas de Hitchcock.

A veces la narración se acerca al suspense, y otras opta por el drama psicológico, con una estética necesariamente relamida y un tono algo gélido que, no obstante, mantiene siempre el interés y la tensión.

Perfecta también la ambientación de época, y una atmósfera que se nutre por igual del glamour del mundo de la moda y de las emociones no tan luminosas de los personajes, casi siempre contenidas pero hábilmente trazadas en gestos tan medidos como elocuentes.

Sigo prefiriendo al Paul Thomas Anderson de los inicios, pero reconozco que me ha camelado y mantenido enganchado a la historia, hasta el punto de que uno sale del cine y pasa la tarde y la noche aún con las neuronas removidas, y eso ya es mucho.
Más información en ambigugarcia.blogspot.com.es/
Nacho Ambigú García
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