Una película donde el paisaje pasa a ser otro protagonista de la historia, y donde la sensación de estar atrapadas de ambas protagonistas se hace aún más fuerte. El peso de no tener adonde escapar, marca todo el espacio.
Ambas actrices maravillosas en sus roles, además de un niño actor encantador, quien carga con el trabajo de mantener la dulzura de esta historia.
Una visión del mundo de la mujer que no cambia en otros lugares del mundo. Los prejuicios y situaciones económicas y políticas que envuelven las historias de Adja y Lára son transversales y hacen el mismo daño en cualquiera de los continentes.
A mi juicio, bella película, hecha con delicadeza y cariño.