Un reparto más que competente, un director experto en cine de entretenimiento, una banda sonora a cargo del siempre estupendo Jerry Goldsmith, unos efectos especiales a cargo del equipo de trabajo del gran Stan Winston y un planteamiento que, sin ser original, bebe de clásicos del terror como "Alien", "La cosa", o de la ciencia ficción como "Abyss", con pinceladas de viscosidad y animatronics tan encantadores como ochenteros.

Con los ingredientes anteriormente citados... ¿puede salir algo mal? Pues durante la primera hora de metraje, absolutamente nada. La película transmite el encanto particular de esta clase de producciones que, si bien resultan previsibles, te mantienen con interés. Por desgracia, todo esto se hunde en los últimos veinticinco minutos en cuanto un personaje toma una decisión importante, dando un giro a su comportamiento y provocando una serie de sucesos que te llevan hacia la espiral final de violencia y tensión, pero de una manera absolutamente fallida. Algunos personajes reaccionan muy mal a determinadas situaciones, las escenas de acción son torpes y el desenlace es bastante ridículo.

Es una verdadera lástima que el tramo con el que cerrar la película pueda estropear una obra que, evidentemente, no pasaría nunca a los anales de la historia del cine de terror, pero que nos ofrecía una muy digna serie B de las que ya prácticamente no nos encontramos en ninguna parte. Al final, tenemos la sensación de que pudo ser más de lo que definitivamente tenemos. Sólo su primera hora permite que el resultado final le haga aprobar, pero el disgusto es evidente ante la torpeza mostrada en la conclusión.

Una verdadera lástima.