Jane Austen lleva toda su vida soñando con el verdadero amor. Sus padres quieren que se case para alcanzar una buena posición social, ese es el camino que debía seguir toda chica que se preciase en la Inglaterra de 1795. Pero, de repente, Tom Lefroy irrumpe en el mundo de la joven con su inteligencia y arrogancia y lo vuelve del revés. ¿Puede Jane rechazar a sus otros pretendientes y desafiar a sus padres y a las convenciones sociales?
Vuelve la moda romántica. Sentido y sensibilidad, Emma, Persuasión... Y la agradable sorpresa que supuso Orgullo y prejuicio sienta las bases de este biopic libre de la escritora Jane Austen. Y es que se le parece mucho. Con los inconvenientes que conlleva.
Conocemos el argumento: Las dificultades de una joven escritora que se esfuerza en seguir su vocación literaria entre el desden de su madre y el orgullo e incomprensión de su padre. Y por supuesto, un te-quiero-no-te-quiero con un joven abogado, pobre, encantador e inteligente. Pasiones amorosas y feminismo típico en el que el dinero y las convicciones sociales marcan las reglas.
Ese espíritu romántico, que desde el principio apuesta fuerte, va perdiendo fuelle. Los personajes, las situaciones, el baile, el bosque, las conversaciones de doble filo. Nos sumergimos en el mundo de las heroínas románticas. Pero hacia la mitad de la película se desvanece el encanto y la historia cobra una previsibilidad un tanto decepcionante. La joven Jane se debate entre sus principios y su incipiente amor, pero cuesta creerlo. La trama se dispersa, se apresura y acaba por concluir como nos olíamos. Aunque esperábamos un poquito más de vida.
Al igual que Joe Wright firmó una dirección impecable en Orgullo y prejuicio, Julian Jarrold se fija en los detalles y ofrece unos planos muy cuidados, apoyado en unos excelentes exteriores. Y si la película tira hacia delante se debe en gran parte a su gran reparto. Aunque Anne Hathaway está un poco blanda, el gatuno James McAvoy y los veteranos Julie Walters, James Cromwell y Maggie Smith llevan bien el peso del filme.
Bonitos vestidos, buena banda sonora, y una buena ambientación de la Inglaterra de principios del siglo XIX, para nosotros los profanos, por supuesto.. Si las costumbres, mentalidades y acentos no son los adecuados, no lo notaremos demasiado. Sí, es típica y muuy dulzona, pero está bien hecha. Si te apetece pasar una tarde romanticona... tienes una cita con la Austen. Que tampoco está mal.