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España España · Madrid
Voto de Naran:
8
Romance. Drama. Comedia Pauline es una adolescente de 15 años que pasa un verano en la costa atlántica francesa con su prima Marion. Marion se encuentra allí con Pierre, un antiguo amigo, que se siente atraído por ella. Sin embargo, Marion prefiere al aventurero Henri, aunque sabe que su relación con él será efímera. Mientras, también Pauline tiene un romance... Tercera entrega de la serie "Comedias y proverbios" de Rohmer. (FILMAFFINITY)
12 de enero de 2008
24 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pauline es una joven adolescente de 15 años, que junto a su prima Marion pasan un verano en la costa atlántica francesa. Marion se encuentra con un antiguo amigo, Pierre, que mantiene una profunda atracción por ella. Sin embargo Marion prefiere al aventurero Henri, aunque sabe que su relación sería corta. Mientras, Pauline tiene un romance con un chico, Sylvain.
Pauline en la playa (1984) es la tercera parte de la serie “Comedias y proverbios” de maestro Eric Rohmer. Una película francesa, de Rohmer, de los ochenta que parece una pretenciosa y convencional obra de teatro filmada, y que sin embargo es una película encantadora y una estupenda comedia dramática.
Toda la película gira en torno al personaje de Pauline: su frívola e inmadura prima Marion; el celoso y vehemente Pierre, antiguo amor de Marion; Henri, el maduro y hedonista escritor residente en la otra punta del mundo y con quien Marion tiene un romance; y Sylvain, el chico amante del windsurf con el que Pauline vivirá su despertar sexual, dentro de su inocencia. Pauline es la más joven e inexperta, y sin embargo, es la más sensata, la que ve ese mundo adulto lleno de bichos raros que no actúan sino incompresible y obsesivamente.
Clásico en vida, Eric Rohmer avanza despacio, pero su talento va directo al cerebro y al corazón, en una doble trayectoria casi insólita en el cine. Destacan la fluidez que consigue Rohmer al jugar con los casi inexistentes elementos que construyen la película, y la brillante fotografía de Néstor Almendros.
No es la primera película del francés de tema “banal” (como La rodilla de Clara), pero esa aparente insustancialidad esconde la profundidad que trata los recovecos de sus personajes. Rohmer captura la espontaneidad y autenticidad de unos personajes plenamente sentidos por sus actores, inventados por los propios actores a partir de un guión ciertamente folletinesco –me lío contigo, te engaño, no te quiero, eres mi amigo, el malo es él que te engaña, que lo he visto, no me importa nada-.
Sus personajes no paran de hablar: filosofan, mienten y dicen lo que piensan, y lo hacen tan naturalmente, como en la vida. El director también sabe transmitir lo que piensan, con lo que nos pone al alcance de la mano un pedacito de vida. Jóvenes hablando de amor, y haciéndolo. Y es que sus personajes, detalle que muchas veces se obvia, son también personas. Los actores, menos el curtido Feodor Atkine, son prácticamente debutantes, pero te engañan: es maravillosa la fascinación y sensualidad inconsciente que la joven Amanda Langlet transmite a su personaje.
Su cine traspasa la pantalla, permanece más allá del tiempo de proyección. Tremendamente tierna, pero sin endulzar hasta la náusea. Absolutamente creíble, sin llegar al rigor documental. Sencillamente, una historia veraniega de esas que se cuentan en las cartas. Una película como un atardecer de final de verano en la playa.
Naran
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