Estimado Domiciano,

Hace más de 40 años Jetrho Tull convertía en posible lo imposible al mezclar el rock con el sonido de la flauta (a veces hasta la mandolina). Hay cosas que no están hechas para convivir, pero la banda de Ian Anderson se atrevíó con ello y triunfó. A nadie de los que hemos podido escucharles nos ha dejado indiferentes. Fueron grandes.

Firefly es algo así.

Coincidiremos en que mucho del cine de ciencia ficción tiene influencias del western, pero hasta el momento sólo era eso, influencias. En Firefly conviven de forma sorprendentemente natural estos dos generos que, aunque en mi modesta opinión siempre me han parecido puro cine, nunca los hubiera imaginado tan perfectamente combinados.

Al parecer la serie no tuvo el éxito esperado y nos quedamos con estos poco más de una docena de capítulos. Pues bien, eso es lo que ha hecho grande a esta serie. Seguro que somos muchos a los que nos gustaría seguir viendo las aventuras del Serenity pero estoy convencido que, como cualquier serie que se alarga, se alarga y se alarga, hubiera derivado en una reducción notable de la calidad y unos subargumentos cada vez más mediocres. Firefly es perfecta como está porque nunca llegará a aburrir. Abierta como queda, siempre puedes imaginarte que a bordo de ese viejo modelo firefly siguen corriendo aventuras el capitán Malcom Reynolds y su inolvidable tripulación de outsiders.

Bienvenido a bordo, ya nunca dejarás el Serenity.

Apunte final: Jetrho Tull siguió y siguió con lo mismo hasta hoy, pero lo que hicieron despues nunca se podrá comparar ni lejanamente con aquellos primeros gloriosos años.