La serie no deja títere con cabeza. Ridiculiza y/o caricaturiza todo lo que busca a su alrededor: la alta sociedad, el adulterio, el suicidio, la homosexualidad, las parejas gay, los travestis, los transexuales, las reinonas, las drogas, las sectas esotéricas, las mascotas ridículas, los judíos, los curas católicos, los concursos televisivos, los psiquiatras, los abogados, el sistema judiciario y penitencial...

Todo esto, a pesar de su contenido epatante, podría tener sentido y encajar en un drama social o en una comedia de costumbres. Pero aquí se limita a buscar su aspecto provocador y a intentar tratarlo con abrupta ironía.

La primera mitad de la primera temporada tiene cierta continuidad argumental. Pero luego se convierte en una serie de episodios casi independientes aunque realizados por los mismos protagonistas. La segunda temporada no aporta nada nuevo y llega a ser cansina. Y la tercera parte decae notablemente, y ya ni siquiera consigue la sonrisa en las innumerables situaciones absurdas que nos va mostrando.

Otra cosa: se entienden bastante mal los diálogos. Conozco espectadores que llegan a poner los subtítulos en español para poder entender el lenguaje "mexicano" de los actores. Pero el problema no es que hablen con el acento y los modismos propios del español hablado en México, sino que a veces susurran muy bajo y, sobre todo, que apenas vocalizan claramente.