No es una típica serie sobre adolescentes.
No es una típica serie de ciencia ficción.
No es una típica serie de sexo.
No es una típica serie repleta de tópicos políticamente correctos.

¿Pues entonces qué es? Se trata de una fotografía en movimiento de las estructuras internas que mueven la sociedad.

Pero tampoco se desarrolla en un laboratorio de sociología teórica, ni relata una fábula animada con moraleja, sino que describe una realidad atópica de cómo se comporta la gente al relacionarse individualmente y en grupo. Por eso era necesario situar la acción en "ningún lugar", y los personajes tenían que ser jóvenes que todavía no estuviesen excesivamente influenciados por doctrinas políticas, religiosas o morales. Había que separarlos de sus mayores y de la televisión, y quitarles cualquier cobertura telefónica que no fuese entre ellos mismos. Y ahora, ¡cámara, acción!, dejarles moverse con espontaneidad filmando un guion escrito con pleno realismo y muy rico en matices humanos.

Las situaciones, aun las más dramáticas, son creíbles. Sólo alguna excepción roza un poco la inverosimilitud. Pero todos los personajes están pergeñados como perfectamente reales. Los hay guapos, feos y normales. Y sus caracteres son atractivos, antipáticos o anodinos. Incluso sus cambios psicológicos madurando a trompicones resultan completamente asumibles. Todos los actores, que son muchos, bordan el rol que les ha encomendado el director. Saben además mostrar con naturalidad los cambios dramáticos de sus personajes. Sus diálogos rezuman frases espontáneas y a veces llaman la atención por mostrar ideas o sentimientos que al espectador le sorprenden y le cautivan simultáneamente.

Pero lo que más atrae al espectador es ver cómo la acción va creando paulatinamente un grupo social complejo que resulta muy similar a la sociedad actual en la que vivimos, con todos sus defectos y todas sus virtudes. Todo es real como la vida misma.

Me hubiese gustado valorar esta serie con un sobresaliente, pero no puedo colocarla más arriba del notable alto por algunos defectos que desmejoran su calificación. Ya me he referido a las pocas escenas que pudieran parecer algo increíbles. A esto hay que añadir las repetidas tomas de cámara grabando unos primerísimos planos que terminan cansando nuestra retina. Y también que cada episodio de la serie dura prácticamente una hora en lugar de los consabidos 45 minutos, haciéndose por lo tanto un poco lentos o reiterativos.

Pero el principal defecto es, sin dudarlo, el final tan brusco con que termina toda la temporada de diez episodios en tan sólo una escena inesperada de dos o tres minutos. Es cierto que la producción de 2019 tenía prevista la continuación en una segunda temporada, y que tuvo que suspenderla por la llegada de la nefasta pandemia de 2020. Pero realmente la serie termina inconclusa, debiendo cada espectador imaginar mentalmente qué habría ocurrido después con el grupo de esos doscientos jóvenes compañeros de viaje y de vida.