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Canadá Canadá · Montreal
Voto de hpbordon:
6
Comedia Un neoyorquino maduro y excéntrico (Larry David) decide abandonar su acomodada vida para llevar una existencia más bohemia. Su relación con una bella joven sureña (Evan Rachel Wood) desembocará en una serie de enredos familiares y sentimentales. (FILMAFFINITY)
27 de octubre de 2009
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Toda película de Woody Allen posee un ingenio y talento sobresalientes, fáciles de imitar y muy complicados de igualar. Lo que ocurre con este célebre director-autor, es que se empeña en regalarnos cada año una buena suma de sus neuróticos delirios y nos es inevitable sacar la lupa (o más bien el cuchillo) a la hora de contemplar sus películas cada diez meses.
Pero si en algo se distingue la filmografía del director neoyorkino es en estar dividida en etapas: sus primeras películas son bufonadas, luego consagra su estilo más característico con la ciudad de Nueva York como protagonista, que le va a dar crédito para imitar/homenajear a sus maestros, para pasar después a una etapa aún más brillante si cabe con sus comedias matrimoniales.
Ahora, ya lleva unos años desarrollando una serie de largometrajes con rostros más juveniles, manteniendo un altísimo nivel en los gags, pero con más ironía que chispa. En “Whatever works” es más bien un pesimismo irónico lo que envuelve a la cinta, que resulta ser más teatral de la cuenta, no ya por los monólogos de su protagonista, sino también por los continuos encontronazos que se dan los personajes que van apareciendo en pantalla, por momentos más a modo de apariciones sobre un escenario que sobre un plató.

Es normal que ciertos detalles comiencen a repetirse y a resultarnos familiares, pero una cosa es eso y otra utilizar el azar continuamente para sacar adelante una historia. He ahí el principal reproche que le hago al cine de Woody Allen de la última década: el guión es una tapadera para mostrarnos su repertorio de gags y reflexiones sobre la vida en sociedad, y aunque razón ni gracia no le falten, inevitablemente se queda por detrás de sus anteriores trabajos, que poseían tanto ingenio en sus diálogos como consistencia en la trama.
De ahí, que de Harry haya pasado a Boris, y por el camino haya perdido una estrella. Es decir, todas sus películas eran de cuatro estrellas (en la clásica puntuación sobre cinco) y ahora, bajo mi punto de vista (con la excepción de “Match point”), son todas de tres, y aunque no dejen de ser interesantes, no alcanzan el nivel que tuvieron en su momento.

Y en medio de esto, se encuentran los críticos de cine, que andan más perdidos que Wally a la hora de evaluar el cine de Woody Allen. Simplemente se limitan a utilizar la ya famosa regla del crítico ante los directores consagrados, que consiste en acribillar aleatoriamente una de cada tres películas que hace. Es así de triste, pero lo vemos todos los años y ya empieza a mosquear. Vamos, que se puede decir que los críticos se suelen lavar las manos a la hora de evaluar a los grandes directores. Lo que no sé es si ellos, como vemos hacer a Larry David en “Whatever works”, también cantan el cumpleaños feliz mientras lo hacen.
hpbordon
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