La degeneración del cine negro es una constante en la evolución del cine a finales del siglo XX y principios del XXI, y “Plata quemada” es una buena muestra de ello. La trama se enmarca perfectamente en el género policíaco y de gángsters, pero la forma en que discurre es absolutamente confusa. La propuesta no acaba de entenderse, y buena culpa de ello la tiene la ya usual combinación, no ya de géneros, sino de estados de ánimo y reacciones desproporcionadas de los protagonistas, que no llegan a conectar con el público, pues deambulan más cerca de la ambigüedad que de las emociones que presumen mostrar. Y al tratarse de una película de actores, y éstos no cumplir con las expectativas que se les exige por su casi íntegra presencia en pantalla, bien por un guión un tanto equívoco e impreciso, y por unos personajes poco convincentes, convierte a este film argentino en un simple ajetreo de emociones y contratiempos que poco tienen que ver con ese gran género tan reproducido e imitado, pero tan pocas veces evocado con auténtica gracia y serenidad.