Don Luis se mantiene fiel a sus principios y en esta cinta vuelve a criticar duramente a la clase burguesa y a la iglesia católica. El hilo conductor es el personaje de Francisco Galván de Montemayor, burgués adinerado que se encapricha y enamora de Gloria Milalta, la prometida de un conocido suyo que conoce casualmente en la iglesia un jueves santo.

Desde el principio del film está presente el fetichismo de Buñuel con la escena del lavatorio de los píes de los monaguillos besados por el sacerdote libidinosamente para pasar de inmediato a los pies de Gloria, que es en lo que primero se fija Francisco de ella.

El personaje de Francisco representa a un enfermizo y obsesivo burgués, celoso compulsivo que muestra el egoísmo humano como defecto de la clase burguesa. El propio Buñuel siempre ha dicho que esta era una de sus películas favoritas y que se sentía muy identificado con el personaje de Francisco, argumentado que estudió el personaje de la novela original de Mercedes Pinto como si de un insecto se tratase, hasta el punto de interpretar en la última escena a el personaje cuando camina en zig zag por un sendero.

Las alusiones religiosas inundan toda la cinta, siendo el propio protagonista un ferviente católico: iglesias, campanarios, y sobre todo la escena final donde el mensaje viene a decir que la religión es el refugio de locos y enajenados.

La película, considerada una de las obras maestras del genio aragonés, fue un fracaso estrepitoso en taquilla; el propio Oscar Dancingers, productor del film comento a la salida del estreno: “es un fracaso absoluto, se ríen más que con Cantinflas”. En 1994 el film ocupaba el 7º lugar en la lista de las 100 películas más importantes del cine mexicano.