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Voto de Condosco Jones:
4
Drama Adaptación de un libro de John Carlin (Playing the enemy). En 1990, tras ser puesto en libertad, Nelson Mandela (Morgan Freeman) llega a la Presidencia de su país y decreta la abolición del "Apartheid". Su objetivo era llevar a cabo una política de reconciliación entre la mayoría negra y la minoría blanca. En 1995, la celebración en Sudáfrica de la Copa Mundial de Rugby fue el instrumento utilizado por el líder negro para construir la unidad nacional. (FILMAFFINITY) [+]
1 de febrero de 2010
18 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nunca antes había tenido la sensación de decepción tras ver una película dirigida y/o protagonizada por el maestro Eastwood. En ella se nos abordan los primeros años de Nelson Mandela como presidente de Sudáfrica en los cuales, éste muestra un especial interés en el rugby y sobre todo cómo este deporte sería la clave para unir a todo el país de una vez por todas.

La cinta se presenta como un biopic superficial y de ritmo estancado donde únicamente encontramos un oasis de emoción durante los partidos de los Springboks, la selección sudafricana. Este oasis de emoción y entretenimiento gratuito tampoco llega a ser del todo reconfortante, ya que Eastwood, sí sí el gran Eastwood, tropieza con todos los tópicos de cualquier película de deportes al uso: ascensión meteórica de un equipo al que nadie daba un duro por él, charlas extra motivacionales o secuencias en slow-motion destacando las jugadas heroicas de turno. En cuanto a todo este tema del rugby, pronto me di cuenta que el interés era prácticamente nulo. Aparte de ya saber el desenlace de las contiendas, éstas se recrean demasiado alargándose peligrosamente.

Sin embargo el rugby tan sólo es uno de los importantes elementos comunicantes en esta historia, ya que el verdadero trasfondo principal de la cinta es la figura de Nelson Mandela y su esfuerzo permanente por levantar al país en sus primeros pasos en la democracia. Como ya apunté, el biopic más que superficial es incompleto y aunque Morgan Freeman haga una actuación bastante digna (gracias en parte a su impresionante parecido físico), nunca llega a cautivar. Una de las bazas con las que Eastwood podría haber jugado la partida era con la de los 27 años que estuvo Mandela encarcelado. Prueba de ello es que cuando entra en juego el recordatorio de aquel cautiverio, es cuando más fuerza y espíritu de superación alcanza la cinta, más incluso que la de levantar un equipo y ser campeón del mundo.

Ni la figura del mismísimo Nelson Mandela ni la hazaña de los Springboks en el 95 levantan una película a la que, como la recién nacida democracia en Sudáfrica, aún la queda mucho camino por recorrer para llegar a ser algo sólido y convincente. Una película con mucha técnica y actuaciones notables pero que roza el tedio en algunos momentos, no ofrece nada nuevo en el horizonte y lo peor de todo: no se nota la mano de Clint Eastwood en ningún momento.
Condosco Jones
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