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España España · Madrid
Voto de kikujiro:
2
Drama Los Rivero se van de vacaciones, dejando en Madrid a su hija Ana (Brondo), que está preparando oposiciones, y al abuelo Ricardo (Manuel Alexandre), al que llevan a una residencia. Allí, Ricardo, se hará muy pronto amigo de Andrés (López Vázquez), su compañero de habitación. Juntos evocarán tiernos y divertidos episodios de su juventud. Pero, a medida que pasa el verano, el mal de Alzheimer acechará cada vez más a Ricardo. (FILMAFFINITY)
21 de septiembre de 2007
26 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
El problema fundamental que tiene esta película es que le falta verdad. Pero mucha. No basta con documentarse y vivir de cerca en una residencia con enfermos. Después hay que saber trasladar todo eso a la pantalla. Y lo que vemos es la recreación, falsa y postiza, que hace el director de lo que ha vivido. Por mucho que haya situaciones tomadas directamente de su experiencia personal, no consigue hacerlas reales para nosotros.

Las buenas intenciones están ahí, desde luego. El mensaje, bien clarito: El alzheimer es algo que puede afectar a cualquiera, la sociedad actual es egoísta y trata a los ancianos como objetos obsoletos...aunque siempre queda un poquito de esperanza. En este caso, encarnada en la nieta; personaje desinteresado, lleno de amor, y que está dispuesta a renunciar a todo por su abuelo. Todo esto, aderezado con las que son, según el mismo director, las tres piedras fundamentales de cualquier trabajo suyo: humor, amor y dolor; que se encuentran repartidos por toda la película,

Bien, hablemos del humor. Ese que nos remite a la peor tradición de la comedia ibérica de antaño; la burda escatología, los chistes fáciles (o directamente sin ninguna gracia), o los contrapuntos en forma de personajes, supuestamente, cómicos. Da pena ver a un mito como José Luis López Vázquez en un papel tan lamentable como alguno de los que interpretaba 40 años atrás, pero con el agravante que supone el esperpéntico anacronismo. Del otro rol destinado a ser gracioso, el de la cuidadora, mejor ni hablamos

Pero también podemos hablar del amor. Aunque pocas ganas le quedan a uno de, ni siquiera, mencionar la historia romántica metida con calzador. Ningún desperdicio tiene el personaje del improbable doctor que interpreta Monti Castiñeiras (Los aires difíciles).

Bueno, a ver, intentemos hablar del dolor. Siempre en un plano muy secundario, no vaya a ser que el público se vaya a deprimir demasiado. Y cuando no queda más remedio que abordarlo, la falta de naturalidad con la que se trata es escandalosa.

Esa naturalidad que, de alguna forma, sí se consiguió en Planta 4ª, y que hacía de ella una película con cierta simpatía, a pesar de sus muchos vicios. En el caso que nos ocupa, ni se llega a oler algo parecido a esa naturalidad o frescura. Un guión lamentable, unos diálogos que, las más de las veces, provocan vergüenza ajena y unas situaciones que desprenden un sospechoso aroma a rancio; convierten este bienintencionado trabajo en algo muy cercano al despropósito. A Mercero parece que se le ha olvidado completamente su lado más cáustico y amargo. Ese que a veces se hace necesario para tratar determinados temas. Definitivamente (aunque ya lleva años así) opta por el camino de la blandura. Lo malo es cuando ni en ese terreno que suele dominar a la perfección, se consigue mover con comodidad.
kikujiro
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