Esa es la primera pregunta que me hice a mi mismo al acabar de ver la película. ¿Era una comedia o un drama? En el caso de que la respuesta fuera “comedia”, la película se queda algo escasa de humor, aunque hay que reconocer que el siempre carismático y sarcástico George Clooney logra que en más de algún momento te rías o, por lo menos esboces una sonrisa. Pero si se tratase de una comedia, considero que, en los tiempos que corren hoy en día, reírse con un tema como éste, cuesta o puede ser ofensivo para según qué persona. Realmente, es algo desconcertante. Y, en el caso de que la respuesta fuera “drama”, tanto el tema de los despidos y el paro, como el hecho de tener una vida solitaria debido a la poca estabilidad que da ese trabajo son dignos de un buen drama. Pero hay aspectos de la película que no encajan en el cuadro típico de un drama. Debido a esto, algunos críticos la han intentado catalogar como “Comedia dramática” pero, en mi opinión, son términos incompatibles. ¿Quién ha oído hablar alguna vez de una “claridad oscura” o de una “juventud anciana”? No… Las cosas no van así. Independientemente de esta incompatibilidad de conceptos, esta película te hará reflexionar, lo cual no es algo muy corriente en el cine actual, en el que la mayoría de las veces que vas al cine sales igual (e incluso, a veces, más vacío) de cómo entraste. Sin duda, en esta crítica se quedará solo en lo que es: una opinión. Vale la pena que la vean para que saquen sus propias conclusiones.