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España España · Zaragoza
Voto de Nanofilis:
7
Drama. Comedia Mientras se producen una serie de hechos que parecen anunciar un próximo caos, un hombre comienza, gradualmente, a ser consciente de lo absurdo del mundo y de lo difícil que resulta comportarse y vivir como un ser humano. (FILMAFFINITY)
30 de diciembre de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Diversos sketches van conformando paulatinamente un hilo narrativo en el que observamos las "maravillas" de la sociedad del bienestar. Progreso, ¿a dónde? Libertad, ¿para hacer qué? ¿Fraternidad? Ven y mira:

Hombres grises en despachos grises de ciudades aún más grises. Rostros de cera, mímica egipcia y diálogos (monólogos camuflados) absurdos. La película desarrolla el concepto del trivialismo, reflejando así las pequeñas miserias de esta mísera gente. ¿Merece la pena narrar semejante miseria moral? Claro, aunque sólo sea a modo de escarmiento.

Nadie se salva de la quema: políticos, economistas, funcionarios, esposas, vagabundos, enfermeras, militares, eclesiásticos, turistas. La incomunicación es más patética que en los relatos de Askildsen, los hombres grises dan más miedo que descritos en "Momo" y la deshumanización es mucho más desoladora y oscura que las humorísticas distopías de Jaques Tati. ¿Dónde están los resquicios de grandeza? ¿En qué lugar podremos hallar la salvación? Andersson parece apuntar a la mirada, a una nueva óptica basada en la ingenuidad que nos proporcione un motor para el cambio. ¡Y qué bien les va a aquellos que se inauguran el mundo con su nuevo mirar! El sensible taxista se asfixia por la mundanidad circundante, el "loco" poeta es enclaustrado en un psiquiátrico y a la niña se la sacrifica en pos de los más elevados valores de las más grandes gentes de la más alta sociedad (i.e., la mierda mierdea, y hiede). Lo único que nos queda son los espíritus del mundo. Debemos redimir a los olvidados, a los sufrientes, a los humillados y ofendidos. ¡Como le hubiera gustado a Benjamin esta lectura de la película! Los muertos se levantan y piden piedad, recuerdo y redención en una escena magnífica que recuerda a otro final de película inmenso: "Yo acuso" de Abel Gance.

En cuanto al apartado técnico, merece especial mención la composición pictórica de los planos, la teatralidad de una actuaciones, espontáneas al mismo tiempo, y la profundidad de campo que permite la confluencia de dos acciones al mismo tiempo (generalmente dadas en el primer y tercer plano).

Tal y como se ha ideado y estructurado la película pocos fallos la podemos achacar. Cada escena es un micro-ensayo acerca de la sociedad del bienestar, pero quizá por eso mismo da la sensación de que si bien se ha cuidado el retrato global de la sociedad aquí ridiculizada y el tono preciso para ello, el hilo narrativo puede resultar demasiado leve. Se echa en falta una mayor relación entre los personajes y entre las mismas tramas para así trabar una película cuyas partes estuvieran más interrelacionadas para así lograr una película más compacta.

A pesar de que como digo, fuera otra la idea principal de la película: La extrema individualidad y fragmentación/descomposición de personas, escenas y discursos...
Nanofilis
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