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Voto de David Navarro:
7
Drama Sam Dawson (Sean Penn) es un deficiente mental que deberá luchar por conservar la custodia de su pequeña hija, ya que el Estado considera que no está capacitado para hacerse cargo de su educación. De su defensa se encargará una prestigiosa abogada, Rita Harrison (Michelle Pfeiffer), cuyo desinterés y frialdad inicial cambiarán tras conocer a Sam, descubrir el amor que siente por su hija y comprobar su determinación por defender sus ... [+]
5 de mayo de 2007
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rodada en estilo semi documental, Yo soy Sam se aparta de los géneros de éxito y trata las relaciones de los discapacitados mentales en un mundo cada vez más huraño y competitivo. En el trasfondo de una historia de superación personal, queda el amor como único instrumento válido para conseguir superar la difícil convivencia.
Los amigos de Sam no sólo tienen que luchar contra su problema, sino que deben adaptarse a un mundo, que como el autobús que no espera, es un club privado deshumanizado cuyas reglas de admisión son cada vez más estrictas.
La interpretación de Sean Penn redondea un personaje espontáneo y de una fuerte sensibilidad, lejos del ingenio fortuito de Forrest Gump o de la brillantez de Dustin Hoffman en Rain Man.
Él es una metáfora del film, pues no sufre autismo ni síndrome de Down, y a falta de recibir una etiqueta, constituye uno de los miles de “retrasados” que libran cada día una batalla por vivir en igualdad de condiciones que el resto, los “normales”. La película no es una comedia romántica, no es un drama ni un documental, aunque destila buenos sentimientos, a menudo es dura y la premisa podría ser real.
Sin embargo, Sam tiene demasiada suerte en la vida, más que muchas personas en situaciones similares a la suya.
Entre las buenas actuaciones de Penn y Pfeiffer, destaca la magistral recreación de la niña Lucy, que ofrece un recital de recursos cómicos y de sentido dramatismo.
La realización no acaba de sacar todo el partido que se merecen sus actores. La superposición de tomas y el fingido torpe movimiento de cámara no dan más veracidad a un film que se ve claramente improbable, pero que ganaría en ritmo si estuviera rodado de una forma más ortodoxa.
Si se puede ver en versión original, se disfrutará de un buen film de actores, cuya temática nos puede hundir para siempre: la magnitud del impacto que recibamos nos desvelará cuan alejados vivimos de la realidad de los más desamparados. Por cierto, menudos deben ser los royalties de las canciones de los Beatles, para que siempre suenen versionadas.
David Navarro
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