El siempre interesante pero irregular realizador francés François Ozon logra un excelente trabajo sobre la muerte y su aceptación, un tema que ya había tratado, con un personaje femenino como protagonista, en "Bajo la arena". Romain(un magnífico Melville Poupad) es un fotógrafo gay, atormentado y algo egolatra pero que se acaba haciendo conmovedor al espectador en su personal evolución . De nuevo su fotografía a la vez cálida y sombría, contrastando los exteriores de la playa y el bosque con los interiores de casas, bares, cuartos oscuros...logra un pequeño poema visual de color, iluminación y música. Este joven y reivindicativo realizador, a pesar de su tendencia a mezclar situaciones trágicas y cómicas con no siempre buenos resultados, demuestra que su cine (que ha sido tachado machistamente de cine "de niño bonito" o "enfant terrible") es uno de los más personales de la actual cinematografía Europea. Triste pero recomendable.