Y por fin Lucas vió la luz, gracias a su material, no era tan difícil realizar un film que se asemejara, al menos, en seriedad, a los célebres de antaño.
Esta vez, sí lo logra, aunque sigue manteniendo un ritmo algo aletargado que sus dos predecesoras, no hay que quitarle el mérito de haber conseguido devolver la emoción a miles de aficionados a la saga.
No hacía falta escrudiñarse la cabeza en planteamientos tan políticos, o en ñoñerias tan sosas e infantiloides, al fin y al cabo, el público de todas las edades va a ver lo expuesto en el último episodio estrenado.
Por fín vemos algo de actuación en los personajes, distanciadas de los semblantes excesivamente hieráticos, de las anteriores. Vuelve el ritmo, lo que más gusta, pero bien hecho, y eso que se juega con el conocimiento de un argumento sabido.
La decepcion de Kenobi, el odio de Anakin, la información sobre el poder oscuro, atraen por su virtuosismo, inmersos en una gran plasticidad de efectos, paisajes y sonidos.
Sólo los pequeños parones, y la vivacidad se echan de menos en un episodio III, que se tendría que seguir viendo como IV.