Haz click aquí para copiar la URL
Voto de lavidadelreves:
9
Bélico Año 1942, en plena Segunda Guerra Mundial en la Isla de Guadalcanal, en el Pacífico. Un grupo de hombres de la compañía de fusileros del ejército americano "C de Charlie" combate contra el ejército japonés por la conquista de una estratégica colina. Este grupo forma parte de las tropas enviadas para relevar a las unidades de infantería de la Marina, agotadas por el combate. (FILMAFFINITY)
13 de junio de 2013
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La única forma posible de conocer las motivaciones, el estado de ánimo o cómo interpreta lo visto un ser humano, es tener acceso a su conciencia. Cualquier filtro (incluido el lenguaje) que aparezca, entre él y quien quiere saber, hace que la información pierda su pureza y obligue (no ya a creer) a una interpretación más o menos inexacta.
En cine o en literatura, el registro que nos lleva a ese pensamiento ordenado es el monólogo interior. Si escuchamos o leemos lo que un personaje se cuenta a sí mismo, podemos saber de él lo que ve, cómo lo ve, qué significado tiene, la razón por lo que hace una cosa u otra. Y lo más importante de todo, sabremos interpretar eso que dice en un diálogo poco después, un gesto que sin esa información sería uno más y, sin embargo, ahora es relevante.
El monólogo interior es lo que dibuja de forma definitiva al personaje, es lo que nos permite conocer el mundo de otro sin tener que trazar líneas que no nos corresponden.
Terrence Malick, después de una largas vacaciones que duraron veinte años, dirigió una película bélica a finales de los años noventa que sorprendió a todos por su calidad narrativa, por los registros utilizados, por el nivel técnico a todos los niveles y por la forma de presentar algo tan terrible como es una batalla. Cuando pensamos en la guerra pensamos, inevitablemente, en los ejércitos, en las armas, en las estrategias estudiadas y perfectas, en las tácticas militares de combate. Pensamos en algo ajeno y lejano a lo que el hombre es en sí (al menos debería). Sin embargo, nos olvidamos de las personas, las motivaciones que les llevaron a un campo de batalla o a no abandonarlo, sus sentimientos (sólo hablamos de valentía o coraje o miedo atroz. Sólo nos compadecemos de los soldados). Y olvidamos, también, un entorno que siempre está para dar o quitar con brutalidad. Con guerra o sin ella.
Malick intentó proponer una nueva poética (si es que existe) de la guerra; una nueva estética de la guerra (esa sí que existe). Eso es algo al alcance de muy pocos. Sólo lo consiguen los que saben que cualquier manifestación artística debe añadir al mundo una nueva forma de mirarlo. El resto repite, una y mil veces, un mundo ya conocido, sin aportar gran cosa o nada.
Hombres que se mueven gracias a su ambición personal, sin dudar un instante al enviar a cientos de personas hacia una sepultura llena de metralla que soporta la ambición personal. Hombres capaces de ver más allá del terror descubriendo que el mundo (desde que suena el primer disparo) mantiene una zona original que se separa del que vivimos guerreando y a la que pertenecemos aunque la abandonemos una y otra vez. Hombres convertidos en bestias salvajes. Hombres aturdidos, miedosos, enloquecidos. Hombres que viven agarrados a un mundo idealizado (el que dejaron al marchar) tan destructivo como el campo de batalla, tan cruel como el estallido de un obús. Hombres moviéndose por un escenario poderoso, hostil, invencible.
Un gran todo formado por cosas pequeñas, casi insignificantes.
¿Cómo consigue Malick que la percepción del espectador no sea la misma de siempre, cómo consigue que sobresalgan las cosas pequeñas? El hecho de poder escuchar unos versos de Walt Whitman no es suficiente. No deja de ser un detalle. Son los monólogos interiores, las voces construidas desde el pensamiento de cada personaje, y los constantes cambios en el punto de vista a medida que se desarrolla la trama. Eso es lo fundamental. Durante todo el metraje iremos viendo la guerra desde uno u otro personaje; aparecerán matices que convertirán la misma cosa en un cataclismo personal y colectivo o en el milagro de la vida de las plantas; la guerra podrá reducirse a un error personal que lleve a la muerte o al sufrimiento que produce ver morir un pájaro.
(Sigue en spoiler por falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
lavidadelreves
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow