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Voto de lavidadelreves:
7
Ciencia ficción. Fantástico. Intriga Año 2035. Tras la epidemia provocada por un virus asesino que ha matado a millones de personas, los supervivientes se refugian en comunidades subterráneas, húmedas y frías. El prisionero James Cole se ofrece como voluntario para viajar al pasado y conseguir una muestra del virus, gracias a la cual los científicos podrán elaborar un antídoto. Durante el viaje conoce a una bella psiquiatra y a Jeffrey Goines, un excepcional enfermo ... [+]
17 de julio de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre que veo 12 Monos, recuerdo un cuento de W. W. Jacobs titulado La pata de mono (curioso que ambas obras introduzcan el mismo animal en el título). Ese relato deja la posibilidad de hacer distintas lecturas (todas las buenas narraciones lo permiten). Una de ellas consiste en que el lector crea al leer lo que le presentan. Sin rechistar. Otra, sin embargo, consiste en intentar (el lector) poner un punto de cordura en lo que parece que está sucediendo, o lo que es igual, no dejarse embaucar por Jacobs haciendo una lectura reposada y pegada a una realidad que se comparte por todos. Si Jacobs hubiera querido dejar clara cuál era su postura, lo hubiera hecho desde el principio. Planteando la narración de esa forma, la posibilidad de otra lectura aporta al relato una fuerza extraordinaria.
Pues bien, al ver 12 Monos pienso en el texto de W. W. Jacobs puesto que ocurre lo mismo en ambas obras. La lectura más cómoda de la película, por sencilla, es la que podemos hacer arrimándonos a lo que vemos, dando por bueno que es eso y no otra cosa lo que sucede en la realidad creada por su director Terry Gilliam. Sería algo parecido a esto: En un futuro no muy lejano, lo que queda de raza humana, se encuentra en el subsuelo intentando sobrevivir a un virus que acabó con la vida del 99% de la especie. Sólo los animales son capaces de vivir en la superficie terrestre al ser inmunes. James Cole se presenta voluntario (forzoso) para conseguir información en el pasado sobre lo que ocurrió y, así, poder ordenar el presente que le toca vivir. Viajará a través del tiempo. Hasta 1990; hasta 1996; hasta la primera guerra mundial. En su primer viaje llega por equivocación a 1990. Conoce a Jeffrey Gaines en un manicomio. También a la siquiatra Kathryn Railly. Logra escapar del centro médico gracias a que, desde su presente, los científicos le rescatan con su máquina del tiempo. En fin, no sigo por si alguien todavía no ha visto la película. Estaríamos, por tanto, frente a una película encuadrada en el género de la ciencia ficción. Máquinas del tiempo, la humanidad prácticamente aniquilada; bucles temporales que anulan el presente, futuro, y pasado, convirtiéndolos en la misma cosa; una estética extraña en un mundo extraño, el futuro frente a nosotros.
Muchas personas (casi todas, a decir verdad) ven 12 Monos de este modo. Lo que significa que creen en la posibilidad de que un crío pueda contemplar su propia muerte siendo adulto. Uno se sienta frente a la pantalla dando por bueno todo lo que ve y listo. En realidad, es así como hay que ver películas de ciencia ficción. Además, es posible que Terry Gilliam quisiera contar eso y no otra cosa cuando filmó la película. Pero ¿es 12 Monos eso o la cosa es distinta? Como siempre ocurre, cualquier manifestación artística puede interpretarse de distintas formas. Y el autor no puede hacer nada para que eso no ocurra. ¿O tal vez la lectura correcta es la que casi nadie hace? A veces, incluso los autores se apuntan a lecturas alejadas de lo que quisieron viendo que la obra toma una dimensión más amplia. Por ejemplo, cuentan que el escritor Julio Cortazar escribió su relato Casa tomada intentando narrar un sueño que tuvo. Algún crítico dijo que era una formidable manera de describir el peronismo argentino y Cortazar terminó por aceptar esa lectura como buena viendo que la cosa funcionaba cuando no tenía nada que ver con su intención al escribir.
Supongamos que Gilliam quiso hacer una película sobre la decadencia de las sociedades actuales centrando su atención (de forma fundamental) en una mente sometida a una autodestrucción feroz, una mente capaz de inventar un mundo entero y condicionada por el síndrome de Casandra. En definitiva, una película sobre la locura en la que el personaje principal está como unas maracas. Si fuera así la cosa cambia porque habría que ver todo como un delirio descomunal que, a base de ser recurrente en la mente del protagonista, llega a una perfección narrativa también descomunal.
(sigue en spoiler por falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
lavidadelreves
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