Poco puede decirse de esta producción dirigida exclusivamente al público infantil: las aventuras y trastadas de un grupo de ardillas cantarinas en un crucero y una isla casi desierta con tesoro escondido y todo. Los humanos parecen directamente sacados de una clínica para oligofrénicos y lo único que merece la pena destacarse (desde el punto de vista adulto) son los cuerpazos de algunas de las chicas del crucero, lo realmente bien hechas que están las ardillitas y la erupción final del volcán de la isla, lo mejor que he visto desde "Un pueblo llamado Dante's Peak" (1996).

Por lo demás, los niños se lo pasarán pipa y uno puede descabezar una siestecita entre escena y escena. La Navidad y la paternidad obligan a estas cosas.