He resumido en el título mi opinión sobre esta serie (“Cuando habla el corazón”), coproducción entre EEUU y Canadá, orientada a un público familiar y predominantemente femenino basado en las novelas románticas de Janette Oke. Porque tampoco hay mucho mas que decir, si tenemos en cuenta que está producida por Michael Landon Jr., cuyo padre, Michael Landon, nos amenizase las tardes dominicales de nuestra infancia en “La casa de la pradera”.

Resumiendo: chica mona de buena educación y gran corazón que hace de maestra de patanes en un pueblo minero de Canadá en la década de 1910 y que se involucra en la vida de la comunidad con buena voluntad. Allí conoce a un policía montado tan guapo como sintético que imparte justicia con elegancia y los dos tienen un montón de episodios para vivir su romance y aventuras tontorronas. El dueño de la mina es malote, pero sin pasarse, cantan los pajaritos en primavera y los paisajes son una chulada. Hasta hay un perro gandúl la mar de majo. Todo pulcro, limpio y aseado... ¡y qué dentaduras! ¡Y qué cutis! Y que... ¡qué bonito todo!

Venga, sed buenos y ponedle esta serie en Netflix a vuestras chicas... os lo agradecerán. Luego, para desintoxicaros de tanto azucar, poneros algo mas fuerte.