Demasiada obviedad, demasiado envejecida. Gassman en su línea, simpático cuanto más grosero, pero sin credibilidad cuando se pone serio. Los años pasan, y aunque tiene sus momentos, está todo forzado. Desde la llegada a Nápoles es aburridísima. La historia de amor imposible de la chica es de lo peor que recuerdo del cine italiano. Sin embargo, contiene un personaje fabuloso: el chaval asistente del militar, coprotagonista; él tiene ya, a su escasa edad, su individualidad, su ración de acíbar, sus buenas dosis de ambigüedad, sus aristas inesperadas, cuando todo hacía presagiar que simplemente iba a ser la plastilina tonta que moldea Gassman. Todo un acierto. Como siempre en Risi, por otra parte, el ruido de la calle tiene interés por sí mismo, aunque a veces se fuerce todo también, como en el atasco en Nápoles. Envejecida sin remedio, adormirá ligeramente al espectador que alcance a verla todavía