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España España · santiago de compostela
Voto de berenice:
7
Drama En 1865, mientras la Guerra Civil Americana se acerca a su fin, el presidente Abraham Lincoln propone una enmienda que prohíba la esclavitud en los Estados Unidos. Sin embargo esto plantea un gran dilema: si la paz llega antes de que se apruebe la enmienda, el Sur tendrá poder para rechazarla y mantener la esclavitud; si la paz llega después, decenas de miles de personas seguirán muriendo en el frente. En una carrera contrarreloj para ... [+]
12 de febrero de 2013
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magnífica película que, como era de esperar, ha servido para que la wikipedia eche humo estos días; para oir, una vez más, el adjetivo coloquial "patriotero" y el despectivo "americanada", que no fallan si aparece en cualquier película una bandera de EEUU con música de trompeta, imagínense en esta. También nos ha servido para comprobar lo duchos que están los españoles en historia del siglo XIX de EEUU, (como "Los miserables" ha descubierto el gran número de amantes de la ópera que tiene el país de Belén Esteban).

No hay que hacer demasiado caso a los listillos de geografía e historia que vienen recalcándole a Spielberg las partes en sombra que deja sobre su personaje. ¡Imagínense, un director que filma el tránsito final del gran presidente en una cama iluminada por luz celestial cuando todos alrededor permanecen en penumbra! ¡Si hasta hay choteo general de guionista, director y músico cuando Lincoln, en la película, se salta la legalidad para comprar votos, como si fuera la travesura de un niño! Imperdonable. Lincoln no se parece en nada a los capitanes de barco de la Armada británica, siempre inflexibles con el reglamento.

Tampoco hay que hacer demasiado caso a los grandes negadores de motivaciones psicológicas históricas que hablan de que la abolición fue cosa exclusivamente económica, obviando cualquier posibilidad de calado mental y social de seres humanos idealistas, (idealista viene de idea, creo). Las batallas entre escuelas históricas, (por ejemplo, Annales contra marxistas), llevan ya miles y miles de páginas sin ponerse de acuerdo. Lo curioso es que tantos de izquierda acepten y confíen en el poder de lo material para mover la Historia y no perdonen a la derecha que, acogiéndose a esa misma inflexible materialidad, recorta derechos ciudadanos. ¿Cómo? ¿Que hay que cambiar el mundo? Cuidado, que nos volvemos idealistas, como Lincoln. Ah, ¿Lincoln no? Claro, Lincoln es la quintaesencia de cierto tipo de ideal americano. Repugnante. ¿Cómo va a tener algo de luz un presidente de los estados capitalistas de América? Sin embargo, lo que interesa en el film es, precisamente, el choque idealista contra el turbio entramado de la realidad. Como ficción dramática, es soberbia. Y, al menos en el cine, es lícito retratar de manera "grande" a un personaje que tuvo sus grandezas y sus muchas zonas de luz. Al menos, vemos un político aplastado por el peso de las decisiones que tiene que tomar, gusten o no. Eso es materia dramática de la buena, y ciencia ficción en la España actual, por lo que parece. Ay, la ingeniería social de las izquierdas ha conseguido crear un imaginario de mediocridad igualitaria, y ya no se admite que haya hombres "grandes", o con más "talento". Hasta los últimos avances de la neurociencia van por ese camino, en un cada vez más claro acorralamiento de la "poesía" becqueriana.

En cuanto al aburrimiento de tantos espectadores, lo siento de verdad. Yo la encontré muy, muy interesante en todo momento.

Y, en fin, esto es cine: lo que importa aquí es el maravilloso retrato de un hombre, tanto físico como, sobre todo, interior; sus vicisitudes, sus seres queridos y no tan queridos que le rodean... En eso, y con la ayuda de intérpretes formidables, (un poco sobreactuada Sally Field y con una dentadura demasiado impecable para una dama decimonónica de esa edad), Spielberg ha firmado algo más que un producto solvente. Lo ha hecho de un modo insólitamente intimista en él, y confiando en unos diálogos y monólogos magníficos, irreales, porque nadie habla así en la realidad. Sobriedad en la imagen y peso de la palabra en el director habitualmente "tramposillo" con el ritmo y otras cosas, que se modera aquí bastante aunque no pueda evitar, eso sí, ciertos pequeños maniqueismos que ha resaltado otro usuario. Cambio de tercio total de un director a quien tantos cinéfilos debemos tantos momentos de felicidad. Y, al menos para mí, apuesta ganada.

Lo de que le den óscars o no, qué más da.
berenice
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