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España España · Madrid
Voto de MaxPower:
10
Drama Adaptación de una novela del escritor inglés William Tackeray. Barry Lyndon, un joven irlandés ambicioso y sin escrúpulos, se ve obligado a emigrar a causa de un duelo. Lleva a partir de entonces una vida errante y llena de aventuras. Sin embargo, su sueño es alcanzar una elevada posición social. Y lo hace realidad al contraer un provechoso matrimonio, gracias al cual entra a formar parte de la nobleza inglesa del siglo XVIII. (FILMAFFINITY) [+]
3 de noviembre de 2011
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Stanley Kubrick se monta en la máquina del tiempo y logra entrometerse en pleno siglo XVIII para mostrarnos la épica y la difícil sociedad de una Europa en guerra. El espectador se mete en la piel de su protagonista, Redmond Barry, un joven que deberá huir de sus raíces irlandesas por un conflicto amoroso que le obligará a alistarse en el ejército inglés. La película recorre de forma lineal cada aventura en la que se lanza Barry, una especie de antihéroe al que el espectador amará y odiará a partes iguales a lo largo de todos sus altibajos y desvaríos.

Todos los elementos se adaptan a la época y recuerdan a otros siguientes largometrajes basados en el mismo siglo, como la infravalorada ‘Maria Antonieta’ de Coppola o el imprescindible ‘Amadeus’ de Forman. Hablo del impecable vestuario, del maquillaje, del mobiliario, de los carruajes, de las fiestas sociales y de un largo etcétera a los que se suman los enredos y el despotismo de una clase aristocrática repleta de vicios. Los desamores y engaños, el pillaje, el juego, e incluso el espionaje y los duelos a pistola o florete también aparecen a lo largo del filme.

De todos los diamantes de la película, sin duda el que más brilla es su banda sonora. Una vez más Kubrick nos atrapa en su cinta con una música majestuosa y latente, cuyo ritmo e intensidad se adapta a cada situación. Unas melodías presididas por Schubert y Haendel que logran hipnotizar al espectador y perseguirle durante varios días, como también logrará con Beethoven en ‘La naranja mecánica’ o con Strauss en ‘2001: Una odisea del espacio’.

Otro aspecto muy destacable es la fotografía. Merece la pena pararse a contemplar cada plano como si de una exposición de cuadros se tratase. Tanto el juego de sombras y perspectivas como la pintoresca de los paisajes sumergen de lleno al espectador en una majestuosa colección de pinturas vivientes. Caben destacar varios planos brillantes como el que se va alejando de un desconsolado Barry apoyado en un puente (zoom out), o la cámara subjetiva de las firmas de Lady Lyndon, sin olvidar mencionar la genial disposición en general de los espacios naturales.

En definitiva, 'Barry Lyndon' es cine y arte a partes iguales y en mayúsculas. Es obligado pensar ahora en la fecha de la película (1975) y asumir que Stanley Kubrick nació para adelantarle décadas al cine.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
MaxPower
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