Película de soberbia visual y belleza intergaláctica, proyectada desde una fascinante aventura espacial, anclada en el paso del tiempo y nuestros vínculos con los seres más distantes y extraños del universo. Donde todas las realidades posibles parecen ser infinitos inciertos, en planos que se superponen e inter-dimensiones que nos hacen viajar a extraordinarios mundos. Con un argumento que es acompañado de una fotografía alucinante, que abrumará tus ojos con formas y colores que no dejarán de asombrarte, al no saber que vendrá más allá de un punto o espacio. Con referencias contantes al cine de Rene Laloux, Ridley Scott y por cierto, del propio Luc Besson con El quinto elemento.

Desde su argumento es posible entrever sin duda varias reflexiones, una de ellas hace referencia a que por más que pasen los años, el hombre seguirá condenado a su propio egoísmo y sed dominación, donde todo sigue siendo conquistable, y lo distinto se asume como un constante peligro para la uniformidad controlable. En donde por momentos sientes que te están contando una historia ya conocida, en particular al pensar en el colonialismo persistente del hombre.

A título personal, me habría gusta ver más las elementos filosóficos que apuntasen a una reflexión mayor del espectador, considerando que la duración de la película daba para eso. Pero en general, es una película fantástica muy recomendable, en especial para quienes disfrutan de la ciencia ficción y la buena fotografía.