Investigando un poco después de ver esta película descubro la gran cantidad de mitos sobre transformaciones humano-bestiales que existen, desde el hombre-jaguar de las culturas precolombinas al hombre-hiena del África negra. Aquí en Europa el mito se convirtió en lobo, muy probablemente por su fama de solitario comeovejas, que hacia que fuera un animal odiado por las clases campesinas, emisores y receptores de esta leyenda durante siglos. El mito del licántropo, aunque provenga según dicen de la Antigua Grecia, tuvo su auge en la Edad Media, época pródiga en todo lo que se refiere a herejías y maldiciones. Si no que se lo pregunten a los que padecían de hirsutismo, porque seguro que más de uno acabó quemado en alguna de las fallas que organizaba la Santa Inquisición.

Y después Colón descubrió América y los europeos fuimos para allá en tropel, con nuestras leyendas a cuestas. para que cinco siglos después llegara a los oídos de un tal Joe Dante, responsable de esos adorables monstruitos llamados Gremlins y del clásico de terror del que hoy hablamos.

Sin un gran presupuesto y con un guión que brilla por su sencillez, nos adentramos en la licantropía de los habitantes de una colonia situada en el fin del mundo, recurso muy utilizado en las películas de terror, que potencian desde los orígenes del género el miedo del ser humano a la soledad y a lo desconocido. Pon una casita en un bosque y unos aullidos y tendrás todo el suelo del cine lleno de orina en dos minutos siempre que tengas unos personajes carismáticos como estos y a ser posible, que estén como una jodida regadera. Si pones a una panda de actores que parecen salidos de un pase de modelos la cosa puede que no cuaje. La ambientación y la credibilidad, aunque sea una película sobre hombres que se convierten en lobos, es la base para que salga una buena película, y "Aullidos" tiene estos dos ingredientes.