La escena final de ella hablándose a sí misma, de adulta a la niña que fue, antes de cerrar la puerta y dejar el pasado atrás, es maravillosa. Es pura aceptación. Lloras. Son unos segundos magníficos. Cuando siente a todas las almas que vivieron en esos lugares que ya no existen, escuchando su día a día, los "hola" y "buenos días" de lo que otrora fuera un pueblo lleno de vida, te emocionas. En mi opinión, esto debería de haber sido toda la película. Profundizar en ello poco a poco hasta llegar a la catarsis final. Hubiese sido un 10/10. Sin embargo, la cinta se pierde en cosas mundanas, también importantes, pero divaga y pierde tiempo en escenas quasiprescindibles. Y sólo tienes 120 minutos.

Lo peor es la supuesta "historia de amor". Solo pasan juntos un par de días, en gran parte con él en forma de silla. Lo que le pasa a nuestra joven Suzume es que se "enchocha" del chico guapo universitario. Eso es muy intenso y bonito, pero, no es amor. Si quieres que lo sea, céntrate en desarrollar esos lazos, en vez de pararte a comer en el McDonald's o a cuidar de unos chiquillos.

Por último, mencionar que las escenas que hacen referencia a la pérdida masiva de población que sufre Japón, y el mensaje general de que hay que seguir adelante sin importar los problemas que vayan apareciendo en nuestras vidas (y aceptar los hechos tal y como son, como hace nuestro querido gatito blanco) son lo mejor de la película, dejando a un lado el final, que es precioso.

Disfruten de Suzume, pero yo me voy a ver La princesa Mononoke ;) No elevemos a manjar lo que solo es una cena decente.