Un documental de los que no se hacen.

Por un lado te hace rendirte a la figura del Sapo, por sus técnicas, tácticas e inteligencia para la delincuencia al más alto nivel mundial, pero por otro, te hace preguntarte ¿estoy admirando a una persona que hizo mucho daño a gente, delinquiendo?

Lo cierto es que los casos que cuenta también tienen su miga. El atraco a un banco donde casi nadie denunció la millonada que les robaron por la dudosa procedencia del dinero. El robo a una empresaria de obras de arte cuya inversión tampoco está clara la procedencia. Y la liberación de personas inocentes por parte de piratas de mar.

Visto así, el documental hace que empatices con el Sapo que algunas veces da absoluto terror escuchándolo y otras parece un niño que se ríe de sus trastadas.

Personalmente, el capítulo del robo de cuadros es espectacular. Por como lo hizo, y por como la psiquiatra va clavando la personalidad del sapo en todo.

Hay una realidad. El documental engancha, y no puedes parar de verlo.