Me había tomado como cuestión personal llegar a ver esta película porque era la única que me faltaba de la decadente “Trilogía de la Vida” (donde cada una es un poco peor que la anterior) y porque la gente me había hablado muy bien de ella.

Bien, pues casi todo lo que tiene de buena es haberse basado en “Las Diez jornadas” de Bocaccio, un monumento a la alegría, la diversión, un fresco al mundo y al gozo de vivir. Con estos mimbres, ni Pasolini logra aburrirme, como casi consigue con “Los Cuentos de Canterbury” y, ya sin remilgos, hace sin paliativos en “Las Mil y una Noches”..

No logro ver lo que percibe la gente en la obra del controvertido, introvertido y pervertido cineasta italiano, y, ya que nos ponemos, no sé qué mérito tiene sacar en cámara un montón de viejos feos desdentados mirando fijamente al objetivo, como si fuera una cámara de fotos, en lugar de cine en movimiento. Mismamente, en el video de mi boda, toda la familia del pueblo lo hace de maravilla.