Esta película sigue una línea argumental que fue muy frecuente hace unos cuarenta años (alguien es resucitado mediante la electricidad, y se convierte en un monstruo) ero, por supuesto, sus presupuestos científicos son menos que nada (los ascensores no caen "a plomo" por el fallo eléctrico, tienen un freno mecánico que evita su caída, aunque se suponga que alguien emita "´órdenes mentales"); los personajes son representados como histriónicos (sobre todo el de Bárbara Crampton) y nada naturales (Kayleigh Gilbert está espeluznante en su caracterización, y no sé cómo nadie la dejaría entrar en una clase de teatro.,,,)