Cójase como ejemplo el plano final en que una niña Deneuve mira a su padre/ tutor y se sugiere que la culpa de su desequilibrio pueda estar en su padre y unos supuestos abusos de los que sería objeto la niña. Pero ¿de dónde sacan eso? Por la misma regla de tres puede usted pensar que la niña tiene un enamoramiento enfermizo del padre, que reprime duramente en su interior, provocando un desequilibrio y bla, bla, bla... O que la cara de mala baba que pone la niña indica ya desde pèqueña que su cerebro tiene más tara que el rancho de Scarett O 'Hara.

También las campanas del convento que suenan en las violaciones podrían suponer que la niña fue educada en un colegio de monjas que con la represión sexual que indujeron en la niña ocasionaron un trauma y bla, bla, bla...

Puestos a inventar....


La mayoría de los planos es posible que no tengan más intención que ir dejando calar en el espectador la sugerencia, más que la muestra, del universo del psicótico. Por ejemplo, el plano que muestra a Catherine pasar delante de un accidente de tráfico sin desviar ni un ápice la mirada puede que no tenga más intención que hacernos ver el embotamiento afectivo completo de un esquizofrénico.

Porque eso, sÍ: Polanski no engaña al espectador. Pese a lo que ha sugerido algún compañero, ningún espectador avisado puede dudar que no se trata de una posesión diabólica ni unas violaciones reales, sino que nos encontramos ante una enferma mental, que ya ha mostrado suficientemente su embotamiento afectivo, sus rasgos tendentes a la catatonia, y, gracias al trabajo de Catherine, esa mirada de alienación que no puede hacer dudar a nadie. Contrariamente por ejemplo a la Tramposísima “Exorcismo de Emily Rose”, aquí no hay trampa ni cartón.

Curiosamente, el símbolo que a mí me parece más obvio, que ya citó FATHER CAPRIO, el del conejo pudriéndose como representación tal vez de la virginidad marchita de la demente, no ha sido citada por casi nadie, quizás por no querer ser considerados de mal gusto...