"La haine" es una obra que mastica tensión en cada escena. Y es que cada plano está trabajado como si fuese el último. En cada escena diferenciamos fácilmente una introducción, un nudo y un desenlace, son microhistorias dentro de una misma diégesis que te absorbe como una esponja al agua.

Es una historia de personajes, es decir, el trabajo de personalización de cada uno de los integrantes de la historia es lo que le da credibilidad a la trama, verosimilitud a lo que quiere contar y expresar.

En cuanto a la realización, Mathieu Kassovitz hace de cada plano una minuciosa obra de arte cinematográfica, haciendo una tesis doctoral de diferentes planos, enfoques, cambios de iluminación, ayudado por un uso expresivo del blanco y negro, guiño a la "Nouvelle vague" francesa o al "Free cinema" británico.

Desgraciadamente, la película parece realizar un mensaje profético, puesto que la decadencia social sigue en aumento y la aceleración de la destrucción del estado del bienestar está superando cualquier expectativa que se tuviese en los años 90. Por todo ello, una película imprescindible.