El director Lee Daniels aborda en su segunda película, algo tan dificil y generalmente manipulador como el cine social.
Con un primer trabajo bastante rutinario, aunque entretenido, como "Shadowboxer", un thriller que tuvo la inmensa fortuna de estar protagonizado por Helen Mirren en su año de gracia (en el transcurso del año se estrenaron "The Queen", "Shadowboxer" y las miniseries "Elizaeth I" y "Principal Sospechoso: Último caso"), se lanza de lleno a retratar la vida de Precious (interpretada magistralmente por la debutante Gabourey Sidibe), una joven afroamericana que vive en los márgenes de la pobreza, con una hija y un embarazo fruto de las violaciones a las que le somete su padre (figura ausente, con todo lo que eso dice ya por si mismo) y una madre posesiva, violenta, obesa, y que vive de la beneficencia. Además nuestra protagonista es fea, gorda y ridiculizada un día sí y otro también por sus compañeros de clase y sus vecinos, ah y vive en Harlem, claro.

Todo esto en manos de un director blanco, resultaría o se hubiera acusado de racismo absoluto, casí cruel. Ahí es donde Daniels aprovecha su ventaja para contar algo que a pesar de lo exagerado (en esto no ayuda mucho las ensoñaciones que la niña tiene para evadirse de su triste realidad) no deja de ser real (por desgracia y aunque la película esté situada en otra época, estas situaciones se ven cada día y no sólo en norteamerica).

La historia no busca redención, porque todo lo que sufre Precious, queda ahí, y por más que su madre (sorprendente y efectiva Mo'Nique) trate de justificar su injustificable actitud, no podemos nunca desprendernos de la máscara de monstruo que esta lleva desde el minuto cero de su aparición en pantalla, porque nunca llegamos a ver en ella un persona, no existe el arrepentimiento, sino una infantil justificación de los hechos fruto seguramente de su carencia educacional, pero que tampoco le hace ser mejor persona.

La película tiene como productora ejecutiva a Oprah Winfrey, la todopoderosa diva del "black power" se ha encargado de recomendar hasta la saciedad la película, algo que le ha beneficiado comercialmente, pero que por otro lado le ha dado una relevancia mediática desmedida que juega en su contra, ya que hace menor la credibilidad del film, ahora parece que la película es buena porque lo dicen Oprah y sus amigos. Y lo cierto es que la película funciona como melodrama (familio-social) sobretodo gracias a sus dos protagonistas que con su sola presencia hacen que sintamos el rechazo y la pudredumbre de sus vidas, pero funcionaría aún mejor si prescindiera de sus muchos y rocambolescos tópicos (¿todas las asistentes sociales van sin maquillar?).

En definitiva es una buena película, pero que por causa de sus excesos a veces roza peligrosamente la parodia.