Maria Antonieta es como Bill Murray en "Lost in translation", una persona fuera de lugar, taciturna y sola. Es interesante cómo Coppola conjuga elementos antiguos de la época en la que data la reina con elementos modernos como las juergas adolescentes de la aristocracia o la música pop que suena constantemente a lo largo de todo el film. Obviamente esta elección musical no responde a un cánon de realismo sinó más bien a un deseo de formar en la mente del espectador la idea de que todo lo que rodea a Maria Antonieta en aquel momento es fruto de la cultura pop de la época.
La interpretación de Dunst es correcta aunque sin destacar demasiado. El resto del reparto funciona bien pero tampoco resalta. Todos quedan ensombrecidos por la grandilocuencia del lugar, las habitaciones extremadamente ornamentadas y el estilo de vida vanidoso que les rodea.
La película funciona como acercamiento a la vida que llevó la última reina de Francia durante su estancia en Versalles pero, en ocasiones, se hace algo pesada. El resultado es una película espesa que substituye cualquier lectura biográfica de Maria Antonieta que nos podría ocupar días e incluso meses por dos horas de metraje.