La película comienza con lentitud pero es una lentitud que se agradece porque está lejos de las alaracas tontas de los efectos comerciales. En realidad lo que está ocurriendo es que te está llevando como preparación mental hacia momentos de alta intensidad pero no alta intensidad como lo entienden en general las industrias y las audiencias numerosas, sino alta intensidad filosófico literaria y por supuesto poético visual, es cine de verdad, tiene momentos sublimes a donde no van a llegar las aclamadas películas comerciales, y no es porque yo sea pedante, sino simplemente porque tengo la sensibilidad afinada. Si los demás no la tienen no me importa... lo cierto es que yo esos momentos puedo firmar que los disfruto al máximo y que son obviamente de índole diferente a aquellos que están basados en el simple suspense de qué va a pasar o qué no va a pasar, algo que también existe aquí pero ese qué va a pasar qué no va a pasar tiene un calado mayor una profundidad mayor un misterio mayor; toca más la realidad mistérica como algo lleno de belleza quizás de tristeza.
La chica yo la conocía como actriz pero nunca había visto que firmara un baile tan hermoso como el que podemos ver, los altibajos reales con los que te puedes identificar y están hechos con tanta belleza, fragilidad y temblor que me pueden recordar a un cuadro de esos como difuminados por la visión marcada por la absenta de principios de siglo en París donde por cierto transcurre la acción. De hecho tiene toques grotesques.
Esta sería una buena etiquetación de la película: si a alguien le gusta un cuadro impresionista de un Picasso de un toulouse lautrec de un van gogh, que mezclan la belleza y la poesía con la fragilidad el temblor y la tristeza, esta película es como una transposición al lenguaje fílmico de esos cuadros en realidad lo que importa en esta película es la figura de su protagonista y ese cuento es tratado desde el punto de vista del narrador de manera original. Ya lo había visto , ese tratamiento o parecido , en otra película de Rebollo que es una maravilla , con Sacristán, que claro ese tratamiento formal es el que hace, unido a otros factores como la misma interpretación de Lola Dueñas, que hayan firmado una obra magnífica.
Y me parece probable que si, tanto la composición de aquel personaje con el protagonista agónico-crepuscular en Sacristán, como ésta también agónica con Lola Dueñas, son obras acabadas, es porque estarán seguramente muy marcadas por las indicaciones del director que es también guionista junto con una colega, y de hecho la película sin esas creaciones compositivas de ambos papeles protagonistas no llegaría a tan altas cotas de calidad.