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Voto de Antonio Morales:
9
Drama. Terror En un circo lleno de seres deformes, tullidos y personas con diversas amputaciones, Hans, uno de los enanos, hereda una fortuna. A partir de ese momento, Cleopatra, una bella trapecista, intentará seducirlo para hacerse con su dinero. Para lograr su objetivo, traza un plan contando con la complicidad de Hércules, el forzudo del circo. (FILMAFFINITY)
23 de agosto de 2013
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta magnífica película enfrenta al espectador a una ambigua mezcla de sensaciones difícil de repetir en el cine. Durante los primeros minutos mientras el director Tod Browning presenta de una forma magistral a los personajes del circo, enanos, microcéfalos, siamesas y toda una suerte angustiosas deformidades congénitas, es difícil reprimir cierto rechazo por la exhibición de tanto renglón torcido, demostrando una vez más que dentro de cada ser humano existe un falso inocente que prefiere no conocer el horror que convive con nosotros. Sin embargo, el inteligente planteamiento de Browning nos enseña a mirar y, sobre todo, a comprender que se tienen los ojos más abiertos cuando se conoce. En esta película no hay morbo descarnado, ni siquiera una recreación excesiva, únicamente una aproximación sincera a unas vidas difíciles y con frecuencia, ignoradas.

La película transita desde la repugnancia hasta la comprensión, y desde el humor hasta la tragedia. Tod Browning (1882-1962) había sido actor y ayudante de dirección en Intolerancia (D. W. Griffith, 1916) y comenzó desde el inicio de su carrera a decantarse por lo siniestro, realizando sus mejores películas en el género fantástico. Sin embargo, “La parada de los monstruos” no es un film eminentemente fantástico, ni siquiera de terror; por mucho que sorprenda, casi todos los deformes que intervienen en la película son reales y, por causa de su aspecto físico, estaban condenados a ganarse la vida en el mundo del espectáculo. La atroz realidad de la historia es su mejor arma, y fue también la causa de las dificultades que encontró para su realización y para su estreno. La película fue víctima de censuras y prohibiciones. El público la recibió con hostilidad y el reconocimiento de sus méritos no llegó hasta 1962, el año de la muerte de su director, tras veinte años sin verse y tras un nuevo montaje.

“Freaks”, como se la conoce actualmente en todo el mundo, es un relato de amor no correspondido, de crueldad sin límites y de repugnancia, puesto en imágenes con un precioso ritmo poético, respetuoso con los seres deformes y con la sensibilidad del espectador, ilustrativo, moderno y ejemplar, en definitiva, una obra de arte.
Antonio Morales
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