Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Antonio Morales:
7
Comedia. Drama Chance es un hombre peculiar. Su vida se reduce a cuidar el jardín de la mansión de un hombre adinerado y a ver la televisión el resto del día. Pero, cuando el dueño de la casa muere y Chance es despedido, no está preparado para hacer frente al mundo exterior. Tiene, sin embargo, la suerte de conocer a Eve, una buena mujer que lo acoge en su casa. Lo paradójico es que, poco a poco, este hombre analfabeto pero extremadamente cortés ... [+]
13 de julio de 2014
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y lo que sorprende es que esta grotesca historia sigue siendo actual, sólo hay que echar un vistazo a la mediocridad política española que nos rodea, que según las encuestas el ciudadano, harto de ser esquilmado por la “casta”, percibe como uno de los problemas más graves del país. Hundidos en la corrupción por unos mentecatos desaprensivos e irresponsables de una más que dudosa capacidad intelectual. Por no hablar de esa televisión que nos idiotiza con programas basura de cotilleo zafio, personajillos patéticos que venden su vida privada, concursos deleznables y abyectos que ponen a prueba la estupidez humana y debates chillones populacheros de bajo calado moral, pero..., con altos niveles de audiencia, todos ellos. Un panorama desolador que es caldo de cultivo para cualquier idiota que pretenda llegar lejos en las esferas del poder, tanto económico como político.

Mr. Chance (un Peter Sellers magistral) sigue siendo simbólicamente un prototipo de muchos hombres de hoy, que no leen y casi no saben escribir, creados a imagen y semejanza de la televisión. Mr. Chance no conoce el mundo exterior al de la mansión donde ha trabajado de jardinero toda su vida, recluido permanentemente, todo lo que conoce es a través de la ventana televisiva. Su atuendo, su dicción, su gesticulación y su comportamiento serán modelos aprendidos de la pequeña pantalla. Su vocabulario, en cambio, será exclusivamente botánico en función del oficio que ha practicado toda su existencia. No obstante, en el contexto de un mundo mecanizado, el lenguaje de las plantas será interpretado como metafórico y la vacuidad de los conceptos que emplearán los políticos y magnates podrá encontrar siempre su equivalente conceptual en la terminología vegetal del “idiota” Mr. Chance.

Por otra parte, en nuestro protagonista se encarna la obsesión de la mirada. Pero su mirada no es la del ojo humano sino la del rectángulo de la “caja tonta”. Con su mando teledirigido, nuestro hombre selecciona la realidad que en determinado momento le conviene. Mr. Chance accede inconscientemente al referente de las imágenes que está acostumbrado a ver. Como buen televidente su postura pasiva será extraordinariamente bien acogida entre la sociedad “normal”. Y es en esta sutil dualidad entre el personaje educado mediante la televisión y el resto de personajes considerados como referentes del medio televisivo, donde se apoya toda la fuerza satírica del film hasta el punto que el espectador no se identifica con los personajes “normales” sino con la perspectiva de Mr. Chance cuyo comportamiento evaluamos en función de un código que nosotros también hemos aprendido de la televisión.

Su desconcertante simpleza seducirá a un achacoso anciano (Melvin Douglas) y su hija (Shirley McLane) de una familia acaudala y cercana al poder económico y político, llegando a conocer al mismísimo presidente de la nación (Jack Warden) que hipócritamente receloso del vacuo personaje se desvela y enfada por no encontrar el historial de tan misterioso personaje. Un sujeto que no asciende por méritos propios sino por defectos ajenos en una de las más grotescas caricaturas que jamás se haya ofrecido de la política norteamericana. Detrás de la mayor parte de los recursos narrativos del film hay que destacar la presencia de Jerzy Kosinsky, autor de la novela y responsable del guión en que está basado. Hal Ashby ha utilizado sus recursos visuales con escenas muy jocosas por su mordacidad, pero quizás le falta un poco más de ritmo que sólo un Billy Wilder hubiera podido solventar mediante una mayor dosis de causticidad. Pues el maestro con su cinismo y su vitriólico sarcasmo hubiera “perpetrado” un film aún más divertido.
Antonio Morales
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow